25.11.2009 por
Somos bombardeados por la idea de deshacernos de los microbios que son perjudiciales... Los productos tienen activos antibióticos o antibacterianos, buscan la desinfección, limpieza, higiene… Unificación y control, en definitiva. Lo minúsculo (como diferente, incomprensible e incontrolable) asusta y se criminaliza para provocar una fobia a los gérmenes en la opinión pública. Pero recordemos el papel beneficioso de los microorganismos. Son fundamentales para la vida. Se encuentran en todos los ámbitos conocidos generando cambios invisibles, desempeñando labores esenciales como la descomposición, el reciclaje de nutrientes del suelo, o la purificación de las aguas.
Nos identificamos con el concepto microbio.
Nos entendemos a nosotr*s mism*s como un organismo pluricelular de minúsculo tamaño. Un protozoo. Nos pensamos como un virus que genera cambios. Pero no tenemos claro aún si conseguimos comportarnos exactamente como tal, si infectamos a otras células como nos gustaría, o si acaso somos virus lentos.
En cualquier caso reivindicamos nuestro tamaño pequeño, minúsculo, microscópico. Y nos negamos a crecer como oposición al modelo competitivo imperante en el que el tamaño importa y hay que ser grande, más grande, el más grande, crecer, internacionalizarse, coparlo todo…
Nos gustaría crecer experimentando una coalescencia temporal con otros organismos similares. Como las gotas de mercurio. Generando redes de contagio, microecosistemas, entornos de colaboración formados por microorganismos afines con objetivos comunes. Buscando incluso que el resultado formal sea un engendro, un focomelo útil que se sitúe en los límites entre muchas cosas.
También nos planteamos si no somos otra cosa que el elemento homeopático del sistema. Su dosis justa de veneno, o enfermedad letal, para inmunizarlo y que éste se adapte a estos patógenos que queremos atacar su salud. Y si, por ello, no estamos cumpliendo una labor fundamental para que el sistema perdure.
Queremos pensar lo “pequeño” desde la relatividad que entraña el término. Tamaño microscópico sí pero ¿en relación a qué? Nos reconocemos a nosotr*s mism*s como una estructura diminuta cuando pensamos o dirigimos nuestra mirada a otras mayores, más estables, más reconocidas. Pero no olvidamos que para otras podemos suponer esa gran estructura con la que nos medimos.
La reflexión más importante que queremos compartir es la SUPERFUERZA DEL MICROSER, la capacidad de los microorganismos para producir grandes cambios.
Por todo ello cuando pensamos en una nueva edición de ZEMOS98 lo hacemos en estas claves:
Para terminar no queríamos dejarnos una batería de conceptos que salieron en nuestra conversación y completan este texto:
Nanorobots y nanotecnología la película PI; los power rangers, y su capacidad para formar un monstruo/héroe gigante; la teoría fractal; la relatividad de lo bueno y lo malo ¿Los virus son buenos o malos?; Manolo Kabezabolo y su disco Aversiones; la Kostra Orkresta, una fanfarree autoamplificada que hace versiones de hits punk ; jam sessions de diferentes disciplinas; el virus esbirro de Erase una vez la vida; la tabla periódica de elementos como imagen; póster tipo museo de ciencias con tipos de microbios, bacterias, moléculas, etc; los cómics de la Marvel y sus superhéroes; la teoría de el efecto mariposa por la que un pequeño cambio puede suponer un efecto enorme; el cine de plagas; la teoría de las supercuerdas que afirma que todo está enlazado, que a un nivel más que microscópico existen unas "cuerdas" de fuerza que conectan todos los elementos. ¿Explicaría esta teoría esas coincidencias en las que personas que no se conocen tienen ideas similares –si no idénticas-?; las enfermedades raras como el síndrome de fatiga crónica; la editorial Virus...
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