27.11.2009 por
Bienvenidas pequeñas personas, persistentes micro-usuarias del Festival Internacional ZEMOS98 - 12 edición, dedicado este año a vosotras: "Microbios, seres vivos diminutos." Otra vez llego tarde. Es el problema de ser pequeño y querer estar en tantos lugares. Pero, quizás ser grande empeorase aún más las cosas: más lento, mayor inercia, menor capacidad de maniobra ...
Pero además de escribir este texto fuera de plazo, me encuentro dos problemas para responder a las preguntas que me plantean desde ZEMOS98 para empezar la discusión sobre la 12 edición de su Festival Internacional.
Primero, soy científico, supuestamente racional, objetivo ... y cuadriculado (podríamos definirlo como cartesiano para que resulte más políticamente correcto). Leo y releo las preguntas ordenadas y tengo el impulso (irracional) de contestarlas una por una en lugar de tomarlas como referencia para hacer lo que mis interlocutores me proponen, o sea lo que crea conveniente con toda libertad. Segundo, soy biólogo (al menos eso dicen mis credenciales académicos y profesionales) y cuando veo "microbios" tengo que descargarme de demasiados años de estudios de "microbiología" e incluso de la influencia perniciosa de varios amigos que se llaman "microbiólogos".
Quizás las preguntas no son más que una provocación para ayudarme a luchar con mis problemas. Cuando alguien necesita dar una respuesta realmente relevante necesita vaciar su cerebro de la basura cognitiva que desde la especialización disciplinaria bloquea su capacidad de visión y compresión global, y por desgracia su curiosidad y hambre de aprender. No en vano la disciplina tiene mucho que ver con la auto-censura o más bien, por lo doloroso que resulta, con la auto-castración de nuestros intereses. Ese ha sido mi principal problema cuando trataba de comportarme como un biólogo realmente serio: olvidarme de todo lo interesante y fascinante que pasa a mi alrededor y dedicar mi tiempo solo a aquello que alguien previamente ha definido como de mi interés en base a unas categorías que nadie discute pero de validez más que dudosa.
En mi ruta vacilante, paradójica y casi siempre incomprensible de los últimos años. Siempre fue así, pero ahora la red hace público lo que antes podía quedarse cómodamente alojado entre los deseos inconfesables. Siempre me he visto como uno de esos "microbios", un elemento diminuto intentando comprender demasiadas cosas demasiado rápido. No lo he logrado pero en el camino he abandonado la pretensión de entenderlo todo (incluso una parte), he comprendido que no existe un significado previo y consensuado, y estoy descubriendo que los significados los comprendemos en el proceso de construcción, y que esa construcción surge de muchos microbios que exploran, discuten y colaboran sin más motivo que disfrutar (y que a veces para ocultar este deseo inconfesable lo esconden incluso con disfraces como profesión, beneficio ...). Por supuesto, existen microbios que no disfrutan pero trabajan igualmente y, posiblemente, obtengan mayor beneficio, pero creo que generan menos significados.
Cada vez me interesan más las historias personales como narrativas del conocimiento, como estrategias y tácticas de aproximación a la complejidad. Y cada vez me fascinan más las cartografías, y no solo las que se acomodan a mapas con territorios geográficos. Nuestras narrativas no son lineales, ni en el tiempo ni en los temas. Discurren en múltiples dimensiones que a veces caminan paralelas, pero en otras ocasiones se cruzan o distancian. Y por tanto solo son representables sobre un mapa. Al fin y al cabo algunos blogs que consumimos con pasión, ciertos simposios y festivales a los que peregrinamos cada año no son más que cartografías experimentales que nos obligan a navegar.
Mi propia historia me ha servido muchas veces para reflexionar sobre paradojas e incongruencias y me he entretenido en numerosas ocasiones tratando de entender o de explicar a otros las razones de mi(s) trayectoria(s). Creo que solo cuando me he enfrentado a otros he sido capaz de encontrar algo de luz en mi propia reflexión. Pero seamos sinceros, mi trayectoria no depende solo de mis intereses intelectuales. Con ellos se mezclan mis circunstancias personales, los encuentros accidentales con gente maravillosa, mis limitaciones que me han obligado a transitar por territorios en que pueda sobrevivir a pesar de mi incompetencia. Solo cuando incorporo todas estas "capas" vitales en mi mapa logro empezar a entender lo que me sucede. Pero sobre todo me interesa este ejercicio para empezar a imaginar el futuro. No me preocupa que ese futuro se materialice, solo me interesa la posibilidad de imaginar.
Me imagino un programa en que diferentes microbios construyan sus mapas personales, las cartografías en que podamos explorar como se construye la "cultura digital" (¿existe otra?, ¿lo dejamos en "cultura"?) en los últimos años. Porque, no nos engañemos, esta construcción está aún en marcha y ni sabemos por que ha pasado lo que ha pasado hasta ahora ni lo que sucederá en el futuro. Dejemos que hablen las historias de los microbios, no los microbios. No me interesan las interpretaciones y teorías que podamos construir. Me interesan los hechos vitales, intelectuales. Necesitamos geógrafos experimentales, cartógrafos radicales de su propia experiencia.
¿Cómo comunicar estas narrativas?, ¿cómo cartografiarlas de un modo elocuente y efectivo para que sirvan de plataforma para la exploración en la semana del simposio? No tengo la solución, no existe la solución. ¿Por qué no invitar a varios microbios a que se conviertan en micro-comisarios de su propia experiencia? Performances, videos, mapas, textos ... blogs, etiquetas, comics ... ¿Cómo organizar esas construcciones anárquicas para construir una experiencia en el Simposio? Esa es la tarea de los instigadores, provocadores, organizadores, hacedores ... en resumen ese es el papel del ZEMOS98 "no expandido" (porque en el expandido, al fin y al cabo, estamos casi todos).