16.03.2010 por
El Festival Internacional ZEMOS98 inaugura esta 12 edición con una «máquina-espectáculo» que, como su propio autor Roger Bernat nos comenta, funciona a modo de introducción. Una introducción que él plantea como invitación a reflexionar sobre el concepto de público y que para nosotros, «los bienvenidos», ha sido la manera perfecta de introducirnos en uno de los ejes temáticos que se van a tratar en el festival.
Anoche llegamos, miramos, nos metimos en la antesala, miramos, esperamos. Pasamos a la sala principal y miramos, esperamos, comenzamos a leer. Esperamos a que algo pasara, y miramos, leímos, esperamos. Escuchamos, miramos, nos miramos. Reímos, nos enfadamos y miramos, nos miramos. Y seguimos esperando... leímos, hablamos, sin respetar ninguna de las normas sociales dentro de un teatro, porque aquello no era un teatro, era... otra cosa. Y miramos, leímos, pensamos, nos llegamos a estresar. Las palabras, las imágenes, todo nos envolvió como si tal cosa, como si nada pasara, nada muy diferente de cuando nos sentamos en cualquier lugar y dejamos pasar el tiempo.
Definitivamente este fue el experimento, del que fuimos cobayas sin opción a la participación. Terrible, ¿no?. En la era del prosumer esto es imperdonable! Sin embargo, a veces es necesario cambiar las reglas del juego. Aislar el objeto de tu investigación y observarlo. Sólo así aparecen las características, la lógica que constituye sus movimientos, sus reacciones y también sus anomalías.
Cuando asistimos a un espectáculo esperamos ir a otro lugar, escapar a través de una ficción, por muy real que esta sea. Ayer en cambio nos quedamos atrapados en esa probeta que nos obligó a parar y hacernos más conscientes de muchas de las cosas que suceden hoy. ¿Fuimos público?, ¿fuimos actores?, no más de lo que lo somos cada día. Los límites entre lo público y lo privado se hacen cada vez más difusos y es de agradecer que se hagan visibles estos fenómenos para darnos cuenta de cual es, o podría ser, nuestro papel en este proceso.
Como toda máquina bien engrasada, las frases del texto de Peter Handke fueron remezcladas con nosotros mismos a buen ritmo. La sociedad del espectáculo llevada a su paroxismo con la sobriedad e impasibilidad de las cámaras de videovigilancia que configuraban el espacio escénico. Pero... ¿dónde termina ese espacio? las cámaras nos siguen por todas partes y ya casi somos inmunes a sus efectos.
Me acuerdo... cuando pasábamos por un escaparate con una cámara encendida y nos sorprendíamos con nuestra imagen en las pantallas e incluso saludábamos y nos sentíamos especiales.
1 - Anónimo 17/03/2010 - 00.15
Purely Coincidential in Zemos Festival (Seville)