17.03.2010 por
Laurent Bigot nos ofreció anoche lo maravilloso de un pequeño universo creado para deleitar a nuestros sentidos. En lo visual nos encandiló con las peripecias de sus «seres diminutos», los cuales volaban, caían, saltaban o daban vueltas generando un correlato aumentado de sombras chinescas proyectado en las paredes de la sala que envolvieron a un público necesariamente reducido para la ocasión.
La intimidad que vivimos en ese momento vino acentuada por la musicalidad de las caídas de sus personajes que en lo sonoro también vieron aumentadas sus cualidades con sus artilugios escénicos. Un verdadero concierto audiovisual con el empleo de herramientas low-tech realizadas con material reciclado al más puro estilo artesanal.
La poética de la caída fue uno de los puntos en común entre las dos actuaciones de la noche del martes. La metodología de ensayo-error de Bigot no es muy diferente de las micronarraciones de Miquel Noguera en las que los choques y los saltos «conceptuales» también están muy presentes. La delicadeza en equilibrio de los autómatas circenses tuvieron un encanto y una frescura que conecta con la puesta en escena casi improvisada de Noguera.
El esquizo-humor de Miquel Noguera, tan odiado como admirado, cuenta ya con un gran número de aliados y seguidores que anoche lo recibieron con una eufórica bienvenida. Si alguno de nosotros no lo conocíamos, quizá contagiados por la risa viral de un público entregado, nos rendimos ante este show de alto impacto.
Su amplificación de historias cotidianas, de detalles o situaciones minúsculas, narrándolas de manera hiperbólica y sincopada produce un efecto vertiginoso de salto al vacío que nos arranca una risa nerviosa parecida a la que experimentamos con la velocidad y la sorpresa de las caídas o balanceos en un columpio. Nuevas formas de experimentar el humor y conocer los límites de nuestra mente poniendo a prueba nuestro sentido común o nuestra capacidad de disfrutar en el abismo.
ZEMOS98 continúa así su programación en la que ya empezamos a darnos cuenta que nada es lo que parece... un teatro que es un experimento sociológico, un circo que es un concierto audiovisual, un humorista que es alguna variante de género literario del que por ahora sólo lo podemos entender a través de la risa.